En 1863, un ex senador por Illinois liberó a los esclavos. Promulgó la “Declaración de la Emancipación” y tramitó la “Enmienda 13”. Pero lo anterior no logró borrar de un plumazo ni el racismo ni el odio.
Tras su derrota en la Guerra Civil, el Sur ingenió la cultura “Jim Crowe”. Los lugartenientes vendieron parcelas a sus ex esclavos obligándolos a pagar cuotas que superaban lo recaudable por cosechas. Los negros hacían el trabajo y los blancos recibían los frutos. Del Jim Crowe venía la segregación, patrullada por el KKK y reforzada por la cultura del “linchamiento”. Basta con escuchar a mi heroína Billie Holiday cantar “Strange fruit”: “Una fruta extraña cuelga de los álamos”.
La lucha por los derechos civiles marcaría un gran punto de inflexión. Cualquiera que escuchaba a Martin Luther King, a Joan Báez, a Bob Dylan, a los hermanos Kennedy, entendía que el racismo carecía de fundamento intelectual y moral. Pero las semillas del cáncer estaban sembradas desde hacía 400 años. Erradicar tales raíces no era fácil.
Han pasado 145 años desde que Lincoln liberó a los esclavos. Ahora, otro senador por Illinois está a punto de producir la hazaña final. Si se dan los pronósticos, será elegido el primer Presidente afro-americano de la historia de EE.UU. Según encuestas y sondeos en más de 100 países, tal evento podría producir una especie de catarsis colectiva, tanto en EE.UU. como en el mundo entero.
Pero no será fácil. Vislumbro que durante los próximos 16 días veremos lo mejor y lo peor de mi país: la última patada de un odio moribundo que no quiere desaparecer.
Una curiosa casualidad: Lincoln siguió en la Casa Blanca a James Buchanan, considerado uno de los 3 peores presidentes de la historia; Obama, si gana, seguiría a George W. Bush, otro representante de la misma lista.
El título de mi columna se refiere al condado ficticio que constituye la máxima creación del novelista William Faulkner (1897-1962). En más de 20 novelas y algunos cuentos de factura inmortal, Faulkner nos retrata su universo marcado por la decadencia de una aristocracia sureña durante el periodo Jim Crowe. Faulkner llamaría a Yoknapatawpha su “pequeña estampilla de tierra”. Allí, excavaría la humanidad escondida por debajo de nuestros estereotipos del bien y del mal.
Hay algo de nosotros en cada personaje de Yoknapatawpha: partes oscuras y podridas; otros lugares capaces de relucir, de alcanzar la universalidad. Gabriel García Márquez ha dicho que si no fuera por Yoknapatawpha, no podría haber existido Macondo.
Faulkner nos asegura que el nombre viene del idioma Chicksaw, pueblo originario de Mississippi. Quiere decir “tierra cortada en dos”. 143 años después del asesinato de Lincoln, mis compatriotas tendrán que enfrentar los fantasmas de esta tierra fracturada. A ver si podemos hacer de estos opuestos algo esplendoroso, algo capaz de unir, sanar, de conmover a la humanidad.
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1 comentario:
Hola Todd,
Buceando la web, encontré que el el puerto de Los Angeles tienen una política de inclusión en el diseño de waterfronts: http://www.lawaterfront.org/sp_getinvolved.htm
Interesante referente
Respecto a Obama, espero que gane y suceda esta catarsis tan necesaria para todos. El gran apoyo en términos de diseño gráfico creo que ayudará a su elección:
http://www.digilicious.cl/2008/10/09/obama-es-un-candidato-de-color/
http://ffffound.com/image/b8fb274788372444256eed2623a1a4ea430485cc
Hasta luego!
Fernando
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