Moriré en Valparaíso

Moriré en Valparaíso
Mi nuevo libro con prólogo de Roberto Ampuero

domingo, 7 de agosto de 2011

Aguas tipo origen, tipo ceniza

“Píntame una manzana que parezca una manzana antes de pintarme una que no la parece”. Se trata de uno de las máximas favoritas de mi primer profesor de poesía, Michael Dennis Browne. Quiere decir que el derecho de experimentar se gana, no se regala.

Las grandes obras se caracterizan por su naturalidad. Da la sensación que nacieron caminando, enteros, con facciones bien definidas. Es mentira. Nacieron de sudor y lágrimas.

Veamos el caso de uno de los poemas más queridos de la literatura mundial, compuesto por nuestro vecino del cerro Bellavista:

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

La imagen del “cisne de fieltro navegando en un agua de origen y ceniza” nos sobresalta. Que exótico. Que surreal. Uno de los versos más bellos de la historia. Pero no nace de la nada. Tal maravillosa abstracción se sostiene sobre una exquisita narración de detalles, los cuales nos siguen deslumbrando en la siguiente estrofa:

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Solo quiero un descanso de piedras o de lana,
solo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Neruda nos está pintando una manzana. Imposible leer este poema sin transportarse a la calle Serrano en 1947, o su símil de París, Nueva York, o Helsinki. Y es precisamente esta manzana que le permite entregarnos el golpe “nocaut” en el siguiente estrofa:

Sucede que me canso de mi pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Volví a “Walking Around” el jueves a las 21:48. Bombardeado por imágenes de un Santiago amotinado, rodeado por los campanazos de las cacerolas en el cerro San Juan de Dios, sentí, por la primera vez en mis 19 años en Valparaíso, que Chile estaba navegando en un su propio mar de origen y ceniza.

Algo pasa en mi Chile querido. Más allá de las críticas banales—de las ambiciones de la Srta. Vallejo quien sueña con transformarse en la Gladys Marín del siglo 21; de los cínicos cálculos políticos de una oposición que ve una oportunidad de reivindicarse por no haber hecho nada en 20 años atacando otro por no haber hecho nada en 2—más allá de todo esto…

Algo está pasando.

Chile nos está pintando una manzana. Una manzana que dice que 30 años de crecimiento económico a todo dar no ha venido sin costo. Una manzana que dice que hay un Chile profundo “cansado de sus pies y sus uñas y su pelo y su sombra”, un Chile con 80% de sus habitantes endeudados hasta el cuello.

Las grandes transformaciones son igual a las grandes obras de arte. Se ganan, no se regalan. Así, independiente al color político de cada uno, me parece transcendental meditar esta manzana que Chile nos esta retratando. Ahora veamos si nuestros políticos—todos—están a la altura. A transformar esta prosa en verso. Algo bello, surreal, transformador, imperdurable.

lunes, 27 de junio de 2011

31 minutos

El jueves mi señora y yo habíamos acordado una cita para ver una película de Woody Allen en el Cine Arte de Viña. Pero a las 7:14 aun no llegaba. Así, que tomé mi notebook y escribí: “Porteños: súmense a la gran campaña en Twitter. Que las platas recaudadas por venta de Esval se queden en Valpo.”

Pasó un minuto. Nada. Anonadado pero no derrotado, repetí el mensaje. “Porteños: súmense a la gran campaña de Twitter. Que las platas recaudadas por venta de Esval se queden en Valpo”. Segundos después, me llegaron dos respuestas.

“¿Qué onda?” decía el primero. “No sabía que estaba a la venta Esval” el segundo.

“Así es. Se espera recaudar US$200MM. Que no subsidien el metro de Santiago. Que se queden en Valparaíso”. Cuatro minutos después, siete otros porteños habían sumado al diálogo. Otros cinco “retwitteaban” (reenviaban) mi mensaje original a sus propios seguidores. Apareció un “tweet” de un conocido periodista de este diario, reenviando mi mensaje y recomendando el uso del (#) ante de las palabras Esval y Valpo. Esta herramienta permite que Twitter mide y ordena la popularidad de las tendencias que allí se conversan.

Mientras mi primer mensaje seguía dando vueltas, mandé otro: “Porteños ¿en que proyecto gastaría los US$200MM que se recaudarán por venta de #Esval si logramos mantenerlos en #Valpo?”

Quedó la tendalada… Se iluminó el ciberespacio. “Mejoramiento integral del cerro Santo Domingo, Iglesia La Matriz, y Mercado Puerto” contestó Enrique. “Cerro Polanco”, escribió Mauricio. “Restaurar, recuperar, y reparar ascensores abandonados” agregó Paz. “Extensión de Merval hasta Quillota” insistió Camilo. “Todos los cables subterráneos” twitteó Macarena. Pero no todos fueron optimistas. Gerardo me recriminó, “Gringo, ¿Aun crees en el viejito Pascuero? No pasa nada. Todo va a Santiago.” Yo le contesté: “En el viejito no, pero si en el poder de las redes sociales”.

Seguían lloviendo comentarios, muchos retwitteados, y todos con el “#esval” y “#valpo”. A las 7:33, llegó mi señora. “¿Vamos a ver la película, cierto?”

“Si, mi amor. Pero necesito unos minutos. Estoy haciendo un experimento”.

En 19 minutos, había recibido 47 mensajes. Estos habían sido retwitteados más de 100 veces. Justo, apareció un mensaje del Senador Lagos Weber: “@toddtemkin @chahuan @sebastianpiñera propongo protocolo entre región y gobierno previo a la venta que acuerde que 100% quede en región”.

Mientras yo reenviaba el mensaje de Ricardo a mis seguidores, apareció otro mensaje en mi bandeja. Venía de Twitter. Decía, “Felicitaciones @toddtemkin #esval es tendencia nacional”. En 31 minutos, habíamos entrado el “top 10” del mundo twittero Chileno.

Media hora después, sentado cómodamente en el Cine Arte de Viña, no pude dejar de contemplar lo sucedido. “Impresionante potencial”, pensé. Es más, ya tenía preparado mi próxima maldad: “@lagosweber @chahuan @alcaldevalpo propongo conclave parlamentarios y alcaldes ciudades portuarias para sacar adelante Ley de Puertos”.

lunes, 20 de junio de 2011

La definición de es


El 17 de agosto de 1998 Bill Clinton dio una clase magistral para los amantes del bizarro y el absurdo. Al ser interpelado sobre si había mentido al alegar que su relación con Mónica Lewinsky “no es sexual”, el entonces Presidente, visualmente incómodo y torcido, ofrecería la siguiente joyita: “Eso depende de su definición de qué es lo que es”.

Recordé lo anterior hace unos días, mientras hojeaba los titulares de los diarios financieros expuestos sobre la vereda de la calle Almirante Señoret de Valparaíso. “Gobierno levanta US $984 MM por venta de participación en Aguas Andinas” decía uno. Lo compré. Imagine mi desilusión al leer el destino de estos recursos: el metro de Santiago.

Totalmente de acuerdo con mi amigo Jorge Martínez que, por lo menos, 50% de los aproximadamente US $200 MM que el gobierno pretende recaudar por la venta de 29.43% de ESVAL debe quedarse en Valparaíso. ¿La otra mitad en la Quinta Región? Por supuesto.

Es más, diría que el destino de estas obras debe ser consensuado aquí en Valparaíso, por los propios porteños. Conversemos después sobre las obras que nosotros queremos ejecutar.

Durante la inauguración del edificio Luis Cousiño, el Presidente Piñera planteó enfáticamente que su Plan Valparaíso “es lejos el más importante que se ha hecho”. Me sentí algo tocado, pues, un par de semanas antes, yo había escrito en este medio “hace falta que el Presidente presente en detalle su Plan Valparaíso”.

A nivel personal, admiro mucho el Presidente Piñera. Su gobierno ha logrado buenas cifras económicas y una notable mejora en el desempleo regional. No obstante, es innegable que la clima en Valparaíso le está complicando. Al desencanto por las licitaciones portuarias se suman los paros universitarios. También está el descontento con sus reformas económicas que contemplan abrir el cabotaje y permitir los puertos secos. Causan pánico entre los navieros chicos, los pequeños agentes de aduana, y los gremios de transporte.

Así, no hay donde perderse. Las platas recaudadas por la venta de ESVAL deben quedarse en Valparaíso. Sería una pena ver al Presidente, en 2 años más, defendiendo aquel discurso cuando decía que su Plan Valparaíso “es el más grande que se ha hecho” alegando “depende de su definición de qué es lo que es”.

domingo, 3 de abril de 2011

La compleja relación entre Valparaíso y Viña del Mar


Si Chile tuviera una postal urbana comparable con el puente Golden Gate, el Teatro de Opera de Sídney, o los Champs Èlysèes, puede que sea el atardecer sobre Valparaíso visto desde las Dunas de Reñaca. Se trata de una herradura de luces que abarca los 43 cerros del Puerto, enmarcando un mar turquesa donde destacan las siluetas de naves posando en la neblina. No es casualidad que se haya invertido US $2.000 MM en edificios, colegios, y complejos residenciales en este sector. 

Lo tengo claro. Hablar de “cuentas pendientes” entre Valparaíso y Viña es tema tabú. Se considera de mal gusto. Viola las buenas costumbres. En esto, tanto la Concertación como la Alianza están de acuerdo. De hecho, hace años, el discurso oficial dice que nuestras dos ciudades se llevan fantástico; que constituyen un “complemento perfecto”. Valparaíso ofrece cultura y patrimonio; Viña playas y diversión. ¿Qué más se puede pedir?

Pero la realidad, como siempre, es más compleja. De hecho, la relación entre el Puerto y la Ciudad Jardín es más parecida a la de los dos gigantes de retail, Falabella y Cencosud, que, en muchas cosas se asocian y, en otros, pelean a muerte. En cada mall de Falabella verás una Almacenes París (Cencosud). Tal asociación es común y hasta valorada. Pero no debe confundirse con filantropía. It’s just business.

De la misma manera, hay muchas áreas donde la Joya del Pacífico y su principal balneario se benefician. Pero, de allí, saltar a la conclusión que en nada compiten es, sencillamente, pecar de ingenuo o, peor, querer cerrar los ojos a la realidad.

Compiten por inversión. Compiten por infraestructura. Compiten por ofrecer a sus familias las mejores clínicas y colegios. Compiten para atraer alumnos y profesionales que se escapan de Santiago. Pero, a diferencia de los dos titanes del retail, la competencia entre Viña y Valparaíso no es una pelea justa, pues, Viña, hace 4 décadas, cuenta con un gigantesco subsidio: US $40MM anuales. En el mundo de los negocios, esto tiene nombre y apellido: competencia desigual.

La vista desde las Dunas de Reñaca no miente:  Valparaíso agrega mucho valor a Viña del Mar.  Pone renombre y mística. Su puerto y sus universidades constituyen los pilares de la economía que sustentan aquellos que viven en Los Pinos y Bosques de Montemar.

Sin embargo, ¿alegar que Viña “es pura ganancia” para Valparaíso? Más difícil. Cuando yo mando a mis hijos a colegios en Viña y Con Con, lo hago porque estos mismos colegios abandonaron el Puerto. ¿Esto ha beneficiado a Valparaíso?

Si nuestros políticos no reconocen ni remedian la competencia desigual entre las dos principales urbes de la Quinta Región, si prefieren el discurso de la avestruz, si insisten, para no romper ni el tabú ni las buenas costumbres, “que la relación entre los dos es perfecta”, Valparaíso seguirá perdiendo terreno. Esto será fatal para Valparaíso. ¿Y si muere Valparaíso?

Dígale “adiós” a la vista desde Viña del Mar.

domingo, 13 de marzo de 2011

Esperando el tsunami desde Valparaíso


Por un día, se lo llevó don Miljenko Parserisas,  aquel flechado vendedor de diarios que deambula los innumerables recovecos del Puerto ostentando la imponente marca mundial de “mayor cantidad de tatuajes de Julia Roberts distribuido por el cuerpo”.  Superó a Pablo Neruda,  Rubén Darío, Joaquín Edwards Bello, Salvador Allende y Augusto Pinochet como el porteño más buscado del mundo en Google.

Los 70 mil menciones que devuelve el mítico algoritmo al deletrear el nombre de nuestro ambulante ilustre ya asombran. No obstante, el logro crece al considerar la nula posibilidad de otra persona que comparte el nombre Miljenko Parserisas.

Aquella hazaña contrasta con otras menciones de nuestro Puerto que han dado vuelta del orbe en estos días. Por ejemplo,  un espectacular video del escalofriante bajada de uno de los corredores de la carrera “Valparaíso Cerro Abajo” fue subido a la red por un reportero del Los Angeles Times. Generó furor mundial bajo el título “Experience a Chilean Thrill Ride”.  Se los recomiendo.

Además, nuestra ciudad fue incluida, por segundo año consecutivo, en un reportaje del Huffington Post sobre las ciudades más coloridas del mundo. Esta vez,  aparecimos en el puesto número 10, después del Salvador de Bahía. El artículo invita a participar enviando imágenes y diapositivas. Así, si algún asiduo lector se pusiera las pilas y les enviara más fotos, no sería descabellado que Valparaíso subiera un par de puestos el próximo año.

Pienso en estas y otras nimiedades mientras acaricio mi gato y contemplo el espectáculo de 11 naves , entre ellos un hermoso crucero,  que se han colocado a altamar a la espera de un tsunami en Valparaíso.

Nuestra ciudad no es la única que sufre desastres, por cierto. Sin embargo, por razones que desconozco,  somos de los pocos que crecemos en estatura al aproximarse dichos fenómenos. A nivel mundial, el mito de Valparaíso es sinónimo del sufrimiento.

¿Cuanta ayuda , tanto material como inmaterial, llegó desde Europa tras nuestro terremoto de 1906? Un tsunami de inmigrantes, entre ellos los arquitectos italianos Barrison y Schiavon, llegaron a reconstruir el Puerto.  El Valparaíso de hoy sería impensable sin ellos.  En este y otros desastres, como el del Tranque Mena, la Calle Serrano o el cerro La Cruz, la dignidad humana de Valparaiso ha sido excavada, una y otra vez, por las  garras de la catástrofe.

Así, durante unas horas del viernes, miles de niños y abuelitos porteños se juntaron en la parte alta del Puerto observando las 11 naves y preguntándose si serían protagonistas en otro capítulo más de los 5 siglos de sufrimiento de Valparaíso.

Pero, esta vez, no llegó a mayores. Volvemos a la normalidad. Volvemos a nuestras casas coloridas y nuestros ciclistas furiosos. Volvemos a los 82 tatuajes de Julia Roberts que adornan el cuerpo de don Miljenko. Gozamos, aunque sea solo por hoy, haber salido ilesos del mito. Gozamos, hoy, nuestro frágil humanidad.

domingo, 6 de marzo de 2011

Pauta para el 21 de Mayo


“Todo es posible”, me decía el personaje. “Queremos soñar en grande”. Era el año 2000. ¿El personaje? Iván Valenzuela, asesor presidencial de Ricardo Lagos (RLE). 

Aprovechando la ventana de la postulación del Puerto ante la UNESCO, el Presidente Lagos había encomendado al ex gerente de Codelco su sueño más querido: gerenciar la transformación total de la Joya del Pacífico.

Bajo el nombre “Plan Valparaíso”, Iván tenía a su disposición un directorio de lujo: varios ministros y subsecretarias liderado por el todopoderoso José Miguel Insulza.

¿El resultado? La 4ta etapa de Merval, la restauración de la Avenida Altamirano, el Paseo Wheelwright, la apertura del Muelle Barón, la creación de CNCA, y el inicio del proceso de la ex – Cárcel. Pero lo más importante serían el crédito BID y  de 2 subsidios especiales: El primero, de MINVIU, transformaría destartaladas casonas señoriales en loft. La segunda, de CORFO, promovería la llegada de US 200 millones de inversión hotelera y gastronómica.

El Plan Valparaíso diseñado por Lagos era tan contundente que su sucesora optó por descansar. Con la excepción de hacer cumplir el viejo testamento de Federico Santa María en el parque Quebrada Verde, Michelle Bachelet no ofreció ninguna innovación de peso para transformar nuestro Puerto en una ciudad patrimonial, cultural, y turística de vanguardia internacional.   

Así, no fue ninguna sorpresa que, tras 4 años de “status quo”, los porteños dejaron de lado sus prejuicios y votaron por un Presidente de centro derecha.  

Pero seamos honestos: El primer año del Presidente Piñera se nos fue entre los mineros y el terremoto—además del salvataje  anti-corrupción implementado por el notable Raúl Célis. ¿El “Plan Valparaíso 2”? No aparece. Hay un plan de inversión para la Quinta Región, por cierto. No es lo mismo.

Así, hoy, cuando hablamos de la “transformación de Valparaíso”, seguimos hablando, para bien o para mal, del BID, de la ex – cárcel, y de los subsidios MINVIU y CORFO. Es decir, seguimos hablando del matriz diseñado por RLE.  

Así, este 21 de Mayo el Presidente Piñera no tiene otra opción. Debe anunciar, frente al país entero, la segunda etapa de la transformación total de Valparaíso en una ciudad patrimonial, cultural, y turística de punta a nivel internacional. Lo hecho por Lagos cumplió su ciclo. Ha llegado la hora de innovar. 

Personalmente, no espero que tenga todo armado. Basta con declarar su intención frente al país y rayar la cancha con un plazo fijo para estrenar los detalles. Es más, debe nombrar un “generalísimo”—alguien que cumpla un papel parecido al de Iván—y armar su “dream team”. Chahuán, Célis, Castro, Barría son nombres buenísimos que tienen que estar. Pero faltan los ministros, sobre todo Hacienda, y el super-gerente—sin nariz prominente, por favor—que trabaje EXCLUSIVAMENTE para el proyecto Valpo y que reporte directamente al Presidente. 

La pauta esta hecha, Sr. Presidente. Los porteños estarán escuchando, atentamente. 

domingo, 30 de enero de 2011

Salut au monde

De todas aquellas referencias sobre nuestro Puerto que abundan en la literatura, plástica, música, filosofía, y ciencia mundial—tantos los conocidos como los desconocidos—tal vez la fugaz aparición de nuestra ciudad en el poema, “Salut au Monde” de Walt Whitman, podría considerarse entre lo más frívolo.

Lo anterior no subestima la importancia del vate Neoyorquino. No es casualidad que nuestro Nobel del cerro Bellavista, habiendo conseguido una foto del autor de “Hojas de Hierba” de 4 centímetros por 6 en una feria de antigüedades, mandó a agrandar esta misma hasta que tuviera un metro ochenta. Lo colocó al lado de su escritorio, asumo, para que los dos pudieran dialogar a diario.

Digo “frívolo” porque “Salut au Monde” no es un poema sobre Valparaíso,  sino un poema mucho más ambicioso. Sus aproximadamente 305 versos se organizan en 33 estrofas y 13 secciones. En realidad, el número exacto de versos es un misterio, pues, parte del encanto de leer a Whitman es precisamente el hecho de que no siempre se sabe, con exactitud, cuando un verso termina y otro parte.

Whitman inventó tal flamante estilo inspirado por los ensayos de su héroe, Ralph Waldo Emerson (1803-1882). Según Emerson, 60 años después de la Declaración de la Independencia de los EE.UU., el país aun no estaba libre, pues, sus poetas seguían imitando a Wordsworth y Coleridge. Para Emerson, América aun no encontraba su voz, su destino. “No es la métrica que hace al poema”, escribió RWE, “sino la pasión del poeta que inspira una métrica propia, a la altura de tal pasión”.

Iluminado, Whitman inventó una línea poética que se burlaba de las duras restricciones métricas que imponían sus pares europeos. “¿Por qué tengo que limitarme a una cantidad predeterminada de pies yámbicos?” se preguntaba. Según el, EE.UU. era un país abundante, sin limites. Si quisiera poner 20, 30, o 40 pies en una sola línea, lo haría, ¿quién eres tú para decirme que no?

Volvemos a “Salut au Monde”: Igual a “Canción a mi mismo”, se trata de una oda al transcendentalismo. Esta filosofía predica que, si uno quiere vislumbrar la arquitectura divina del universo, no hace falta morir e ir al cielo, sino basta con abrazar con los ojos abiertos el mundo tal como es. Tanto Whitman como Emerson rechazaban la cosmología de la dualidad. Según ellos, no existía una parte de la creación que era de Dios y otro del diablo. Era uno solo, maravilloso, único, perfecto. Lo mismo corría para los seres humanos:

“Cada uno de nosotros es inevitable/ Cada uno de nosotros sin limites…Cada uno tan divino como lo demás”

Por su parte, nuestra ciudad se hace presente en la sección 4:

“Contemplo los marineros del mundo...
En sus temporales—en su oscuridad…

“Contemplo los buques de vela y de vapor…

“Esperan en Liverpool, Glasgow, Dublín
Marsella, Lisboa, Nápoles, Hamburgo, Bremen
Esperan en Valparaíso, Rio Janeiro, Panamá;
Esperan en los muelles de Boston, Filadelfia y Baltimore,
En Charleston, New Orleans, Galveston, San Francisco.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Herencias

Es difícil recapitular la historia detrás de la postulación de Valparaíso ante la Unesco. Deberíamos partir con la solitaria lucha, desde los ’80, de la gran Myriam Weisberg. Libros como "La Arquitectura Religiosa de Valparaíso Siglos XIV a XIX" y "La Vivienda de Fines de Siglo XIX en Playa Ancha" abrieron camino. Otro hito fue la primera encarnación de "Ciudadanos por Valparaíso" creado en 1995. Sus fundadores incluyeron a Raúl Alcázar, Nelson Morgado y Jorge Coulon. Se constituyó para evitar la demolición del edificio Luis Cousiño y su posterior reemplazo con una torre que habría liquidado el Paseo Gervasoni. Años más tarde, los fundadores dejarían el grupo, pero mantendrían su lucha.

Otro paso ocurriría en ‘96 cuando nuestros ascensores fueron incluidos en el World Monuments Watch, premio que busca proteger los "100 tesoros mundiales en mayor peligro de extinción". Tras este logro, gestado por los arquitectos Antonino Pirrozi y Jaime Migone, empezó a sonar la idea de postular a nuestros funiculares a la Unesco en la categoría monumentos. Tal idea inspiró a doña Marta Cruz Coke, entonces directora de la Dibam, a iniciar contactos con París. Estos le habrían entablado en una férrea disputa con el ex-alcalde Hernán Pinto, quien aún no estaba convencido.

Otra leyenda cuenta que fue el prestigioso arquitecto ecuatoriano, Hernán Crespo Toral, una de las máximas autoridades de la Unesco, quien convenció, en ’97, a las autoridades chilenas que "no habría que postular sólo a los ascensores, sino a toda la ciudad".

A estas alturas, fueron muchos los arquitectos, arqueólogos e historiadores que golpeaban las puertas del municipio y escribían cartas a los diarios. Personajes como José de Nordenflytch, Archibaldo Peralta, Samuel León, Marcela Hurtado, Juan Mastrantonio, entre muchos otros, dieron seriedad a los debates. Dentro de la Dirección de Obras, la arquitecta Cecilia Jiménez, discípula de Weisberg, se convertía en otro pilar fundamental.

La Fundación Valparaíso, creada por quien escribe, con el apoyo del empresario Eduardo Elberg, empezó a gestarse el mismo ‘97. En ‘98, el alcalde Pinto y doña Marta limaron sus asperezas y se inició, al fin, el primer expediente de postulación con Cecilia Jiménez a cargo de los aspectos técnicos.

En esta época Ciudadanos por Valparaíso se reformó con especial énfasis en los temas de la autenticidad y el patrimonio social. Dios sabe que mi convivencia con ellos no siempre ha sido fácil, pero su aporte en estas áreas es indiscutible.

En fin, ha pasado mucha agua bajo el puente. Hoy, nuestro alcalde lucha con dos espantosas herencias: una gigantesca deuda financiera y una aun más gigantesca desconfianza generada por las promesas incumplidas de sus antecesores. Más que nunca, hay que apoyarlo para sacar adelante la Ley Valparaíso.

Está claro, con la posible excepción de Weisberg, nadie puede reclamar autoría absoluta de la postulación ante la Unesco, pero todos podemos apoyar en salvarla

martes, 7 de diciembre de 2010

Desde Puebla al Puerto

Si algún día el Congreso llegase a aprobar una Ley Valparaíso ya tengo claro lo que habrá sido mi mejor contribución sobre el tema: un pollo al mole.

Hace un mes, Juan Carlos García, director regional del MOP, me comentó su intención de juntar a nuestros dos senadores para conversar el tema. El 20 de noviembre, sonó mi celular. "Está todo listo. Habrá una comida en mi casa el 27". "¿Traigo algo?" le pregunté. "Solo tu pasión por Valparaíso". Estaba un poco desilusionado. Me encanta cocinar.

La mañana del 27 me volvió a llamar. "Se han sumado algunos otros personajes clave. ¿Puedes ayudar con el aperitivo?" "Cuenta conmigo" le dije.

Aunque tres regiones de México -Oaxaca, Tlaxcala, y Puebla- disputan ser la "cuna del mole", encuentro más creíble la paternidad de la última. Según la leyenda, un monje nombrado Fray Pascual preparaba una comida para el arzobispo de la ciudad. Quería convencer al eclesiástico de promover algunas transformaciones para el pueblo. Pero Pascual era pobre. En su mueble, quedaban solo algunas especies, un par de ajís tipo poblano y chipotle, nueces, pan añejo, y chocolate. Se frustró. Dio una vuelta por el pueblo. En su ausencia, hubo una tormenta de viento. Cuando regresó, todos los ingredientes habían sido mezclados. Un signo de Dios. El fraile lo sirvió como salsa acompañando un pavo. El arzobispo quedó tan extasiado que concedió todas las transformaciones que el monje solicitara.

Así, tenía claro mi aperitivo para salvar a Valparaíso. Primero, salteé el pollo en ajo y merquén para darle un toque chileno. Después, al mole, agregué un poco de tomate y miel, truco de las indígenas de la zona de Oaxaca. Le da más complejidad y asegura el efecto narcótico deseado.

El primero en probarlo era el senador Lagos Weber, seguido por Juan Carlos, su señora Xochitl, y Ramón de la Torre, Premio Nacional de Ciencias. Mientras todos atacábamos al mole, mi segundo aperitivo, unos tomates cherry con mozzarella y pesto, me miró con tristeza. Nadie lo pescaba.

Sonó el celular de Juan Carlos. Salió a la cocina a contestarlo. Ricardo Lagos, quien, aun sin mole es un hombre muy divertido, ya acercaba una lucidez sin precedentes. "Es Pancho Chahuán" bromeaba. "Llama a pedir disculpas porque recién sale de una reunión con unas señoras en el cerro y llegará atrasado."

Juan Carlos regresa: "El senador Chahuán recién sale de una reunión en el cerro y va llegando. " Todos moríamos de la risa.

Quedaban 5 pedazos de pollo al mole. Los guardábamos para Chahuán. Dos horas después, habiendo devorado la deliciosa tilapia y fondue de chocolate preparado por nuestros anfitriones, nos concentramos en los obstáculos que complican el proyecto, entre ellos, ¿Cómo generar un movimiento ciudadano masivo en una ciudad cuya sociedad civil está tan fragmentada y desconfiada?

¿Mis conclusiones? Tenemos dos senadores, de veredas distintas, 100% matriculados. Ahora solo falta sumar y sumar. A trabajar señores. Yo traigo el mole.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Para ti

El lunes a las 19:20. Habíamos visto 142 de los 143 jardines participantes en el concurso “Un Jardín para Valparaíso”. Solo faltaba uno, el de don Osvaldo Abdul Nieto, población Villa Esmeralda Manzana H, cerro Mariposas.

A esta altura, habíamos calificado jardines en escaleras, pasajes, plazas, sitios eriazos, bandejones, techos, muros, y debajo ascensores. Habíamos visto jardines hechos con neumáticos, rosas vigilados por gnomos, y maceteros construidos con desechos reciclados. Habíamos visitado un verdadero parque atendido por un abuelito con muletas y un mirador transformado en paraíso por niños con Síndrome de Down y otras necesidades especiales. Habíamos descubierto dos jardines con tinas y otro donde los pájaros chapoteaban en un viejo lavamanos convertido en pileta.

Así, no les voy a mentir: el lunes más de un miembro del jurado pensaba que el 143 sería un saludo a la bandera. ¿Qué más podemos ver? ¿Qué puede haber allá, “en la punta del cerro”?

Habíamos intentado visitar el jardín de don Osvaldo en dos ocasiones. Desde Avenida Alemania tratamos de subir por Galleguillos y Pedro de Ona. Pero cada vez nos perdimos. Cuando la señorita del almacén de la calle Alberti dijo “No tengo idea”, nos rendimos.

Pero esta vez veníamos preparados. Habíamos hablado con don Osvaldo y nos dio las siguientes instrucciones: “Sube por la subestación Chilquinta hasta la punta del cerro. Cuando llega a la bifurcación toma al a izquierda. Cuando vean el pasaje El Rudo sube hasta que termine el pavimento”.

Llegamos hasta que terminara el pavimento. Habíamos arribado hasta la última casa del cerro Mariposas. “¿Dónde está el jardín?”

“Pasado la última casa a la derecha” nos contaron unos niños. Allí descubrimos una reja, de gran extensión, construido con tablas sobre la quebrada. Había una puerta de entrada rústica, con un letrero escrito a mano, “Santuario El Encanto, Un Jardín para Valparaíso”. Pasamos. Dos miembros del jurado, Héctor Correa y Juan Pablo Álvarez, dijeron: “No lo puedo creer”. Empezamos a descender un sendero, hecho a mano por don Osvaldo, que zigzagueaba por los pinos y eucaliptos, hasta la profundidad de la quebrada. En el camino, había pequeños descansos, miradores, una variedad de arreglos florales, y hasta una mini cancha de futbol para los niñitos del barrio.

A continuación los datos duros: Subimos de 78 a 143 jardines. Triplicamos los jardines en espacios públicos. Quintuplicamos la participación de colegios y jardines infantiles. Logramos entregar 39 premios, incluyendo varios que tuvimos que inventar al último momento para abarcar todos los casos especiales, como el de don Osvaldo, que desbordaron los parámetros originales del concurso.

Mi hija pregunta, “¿Papá, harás otra columna sobre jardines? Hace tiempo que no escribes sobre mi”. “Es que estos jardines son para ti, mi amor. Para ti y para todos los niñitos de Valparaíso. Desde la Escalera ’El Membrillo’ hasta la punta del cerro”.