En 2000 recibí una llamada del embajador de Indonesia. “Señor Temkin”, mañana llega un enviado presidencial desde Yakarta. Representará a nuestro país en la ceremonia de ascensión al mando del Presidente Lagos. Es una persona muy importante. Le gustaría hacer una visita a Valparaíso. Nos encantaría que Ud. lo acompañara.”
Se llamaba Dr. Dorodjatun Kuntjoro-Jakti. Tenía tres doctorados: dos tradicionales y uno honoris causa. Tenía un MBA. Había sido encarcelado 27 meses, sin juicio, entre el ’74 y el ’76 por oponerse al régimen de Suharto. Al recuperar su libertad se desenvolvió en varios cargos en el sector privado, incluyendo 4 años como gerente general de la cadena de hoteles más importante del país. Su desempeño era tal que el dictador decidió que lo necesitaba. Llegó a ser director nacional de Turismo, después ministro del mismo, y finalmente ministro de Hacienda. Durante este período Indonesia se transformaría en una potencia mundial en dicha materia, con varios sitios nombrados Patrimonio de la Humanidad. Poco antes de llegar a Santiago, el Dr. Kuntjoro-Jakti había sido designado embajador de Indonesia en Washington, cargo revalidado tras la recuperación democrática un año más tarde.
Interesante.
Caminamos todos mis pasajes regalones. Visitamos ascensores, cementerios, palacios e iglesias. Era atento. Observador. Culto. Intelectualmente muy curioso. Terminamos almorzando en el balcón de “La Colombina”. Después del bajativo empezamos a bajar el Pasaje Apolo. De repente, se detiene frente a una hermosa flor de la pluma que había tomado por completo el cableado eléctrico. Me dijo: “Todd, me encantó la ciudad. Es muy impresionante. Es diferente. Creo que tiene gran futuro como sitio patrimonial. Sólo te tengo un consejo:
“Flores, Todd. Flores.
“La recuperación patrimonial va a tomar un curso natural, pero no es rápido. Se va a demorar años. Hay que dictar leyes y marcos regulatorios. Hay que crear incentivos para que el sector privado se instale y de a poco la ciudad se transformará. Las casas se van a pintar. Llegarán hoteles y restaurantes. Pero todo esto va a tomar su tiempo.
“Pero mientras se tramita todo eso hay que plantar flores. Muchas flores. Flores en los pasajes. Flores en las escaleras. Flores en los antejardines. Flores en los balcones. Flores alrededor de las iglesias. Flores en los cementerios.
“Mira como esta enredadera transforma el cableado eléctrico. Imagínate. Eliminar todo estos cables en toda la ciudad te va a costar muchos millones de dólares. Pero cubrirlos con jazmines, buganvilias y otras flores autóctonas no te cuesta nada.
“Miro a las quebradas y veo flores creciendo naturalmente por todas partes. Es un activo que tiene la ciudad. Pero no basta. Hay que ser proactivo. En Bali hicimos esto y se transformó la ciudad. Hasta llegaron especies de colibríes que pensábamos extintos. Imagina esta ciudad con su anfiteatro, sus casas, su laberinto. Todo cubierto por flores.
"Flores, Todd. Flores”.
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4 comentarios:
Muy acertado tu artículo, Todd. Nuestro Valparaíso ya se pobla de flores en Primavera. Con un mínimo de esfuerzo los vecinos podríamos mantener nuestras veredas peatonales con hermosas flores, ¡si hasta las flores más sencillas embellecen el entorno!.
Tus artículos, siempre obsequiosos con "Pancho", son una inyección de optimismo para los porteños.
Valparaíso ganó con tu presencia.
Recibe atentos saludos.
Alejandro,
Siempre grato tus comentarios y apoyo. Saludos,
Todd
Gracias a Twitter pude reencontrarme con tu texto que enviaste hace un año. Lo leo nuevamente y vuelvo a coincidir con el invitado de Indonesia; es un proceso largo, plantar flores y !cuidarlas¡.
Plantar flores en Valparaíso nunca será tarea fácil; pero con paciencia y motivación podremos tener un hermoso jardín con vista al mar. Un jardín del siglo XXI.
Querido Todd
Excelente columna que solo me encontre hoy. Bueno nunca es tarde para encontrarse con amigos. Propongo que nombremos a los geranios como la flor de Valparaiso. Solo hay que plantar una rama y crece sola. Las hay de diversos colores, arbustos y enredaderas. Imagino las quebradas con geranios multicolores, colgando de los balcones en macetas, en los jardines y las plazas y los sitios eriazos... Y en nuestro Valparaiso tiene el geranio su nombre propio: Se les llama Cardenales.
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