Moriré en Valparaíso

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Mi nuevo libro con prólogo de Roberto Ampuero

jueves, 24 de abril de 2008

Carta a los Quijotes Porteños

Hace unos días me topé con un amigo que había sido pieza clave durante el proceso de postulación ante la UNESCO. Eran días de adrenalina para él. Hoy, se confesa agotado y, según sus propias palabras, “algo amargado”. No era necesario indagar más, pues, en sus ojos verde oscuros vi algo de mi propio rostro. Así, intenté seguir mi curso deambulando entre los lustrabotas de la Plaza Sotomayor, pero la imagen de mi alicaído amigo daba vueltas en mi cabeza. De repente, algo me despertó del letargo. Era una frase clásica del cine norteamericano, emitido por el personaje Robert “Boogie” Sheftell, interpretado por Mickey Rourke, en la película Diner (1982).

¿La frase? Si no tienes sueños, tienes pesadillas.

Han pasado 5 años desde la gran hazaña del Puerto y no sé en qué momento nos pasamos desde la euforia a la apatía total. Echo de menos los sueños locos. Extraño este momento histórico cuando nos sentíamos todos “con licencia para soñar.”

Así, en honor a mi amigo, dedico lo que sobra de esta columna a redactar una lista parcial de sueños para el Puerto. Puede que a uno le gusten o no. Esto no es importante. Que se inspire a poner lápiz sobre papel. Que vuelen los nuevos sueños por los cerros de la ciudad. Si no tienes sueños, tienes pesadillas.

Por mi parte, sueño con una ciudad sin el nudo barón, donde Errazurriz y la línea férrea estén en el subsuelo hasta la Avenida Francia. Colocaría allí un gran pulmón verde que integre el proyecto borde costero a la ciudad.

Sueño con un Cerro Concepción “100% peatonal”, alimentado por una línea de trole gratuita que circule permanentemente por el triángulo Almirante Montt/Urriola/Esmeralda.

Sueño con doce nuevas zonas típicas, una rodeando cada ascensor que quedó fuera del casco histórico.

Sueño con un instrumento que proteja nuestros negocios familiares, almacenes y emporios—unificando su poder de compra, acercándoles a créditos competitivos, y dándoles asesoría de primera categoría.

Sueño que nuestros empresarios inmobiliarios despierten un día convencido de que es más rentable construir a baja altura. Para convencerlos, crearía un subsidio de renovación urbana con subsidios espectaculares SOLO para edificios menores a cuatro pisos.

Sueño que el campus del Colegio Alemán en Cerro Concepción sea un centro cultural con galerías de arte, jardín de esculturas, conservatorio, y un renovado teatro que, por su parte, sea sede de una orquestra regional de categoría internacional.

Sueño que el Consejo de la Cultura licite los siguientes proyectos: una gran bienal de arte latinoamericano, un congreso internacional de poesía, y una bienal de arquitectura mundial. Todo en Valparaíso. Todo con una proyección no menor a 10 años. Todos capaces de copar nuestros hoteles, cafés, y restaurantes con artistas e intelectuales mundiales.

Sueño que el gobierno, consciente que el futuro de Valparaíso debe ser sin rascacielos, mande una señal potente: “volando” el edificio del gobierno regional para edificar un gran “barrio cívico a baja altura” en otra parte de la ciudad. A continuación, integraría las plazas Aníbal Pinto y Lord Cochrane, hundiendo la Calle Blanco entre Bellavista y Ross, para crear un segundo parque urbano en el corazón del casco histórico de la ciudad.

Y tú, mi quijote, dormido... ¿Cuáles son tus sueños por Valparaíso?

6 comentarios:

Unknown dijo...

felicitaciones Todd, comparto tu juicio y la necesidad de tener estos sueños para mantener la tensión creadora en la ciudad. recientemente se aprobó en el Consejo Regional, con mi voto en contra, el nuevo plan intercomunal del gran Valparaíso, era una gran oportunidad para hacer cosas como las que proponías; pues, por ejemplo, se podría haber premiado con uso de suelo urbano en la periferia de la ciudad a quien hubiese ofrecido disminuir altura de edificios actualmente existentes o bien crear nuevas áreas verdes. No tuvimos éxito, pero no quiere decir que no lo podamos lograr en el futuro.

Gustavo Paulsen

Anónimo dijo...

felicitaciones

El Gringo dijo...

Gracias Gustavo,

Buen aporte. Te invito a aprovechar este blog para mantenernos informados sobre estas e otros debates dentro del CORE, así, democratizamos el proceso y hacemos posible que pueden emergir nuevos voces y lideres en la comunidad.

saludos,
TT

Anónimo dijo...

Todd: ¿que harías para que los colegios de calidad no emigraran? Qué habría que soñar para responder esta pregunta

El Gringo dijo...

Javier,

Excelente pregunta. Gracias. Reconozco que el tema de los colegios es complejo y, además, esta un poco fuera de mi expertise, pero haré un intento.

Obviamente, los colegios que se han ido, y los que anuncian su huida, van buscando "su mercado." Es decir, piensan que la demografía que buscan ya no tiene masa crítica en Valparaíso. Es un tema netamente económico para ellos. Por otro lado, es un hecho indiscutible que hay un nueva ola de inmigrantes llegando a Valpo, y mucho de ellos tienen hijos chicos. Además, después de años de decrecimiento, Valparaíso recién demuestra índices de tener una nueva clase media/media alta emergente. Intuyo que esta ola de inmigrantes--más la nueva clase emergente--van a tender a crecer, aunque todavia no hay suficientes para convencer a los colegios a quedarse.

Así, puede que haya una área gris importante, tal vez un espacio de unos 10 años, hasta que la cantidad de nuevos inmigrantes--jovenes profesionales con hijos--más la nueva clase media alta profesional que emerge--amerita que los colegios se queden por masa crítica. En resumen, puede que haya que soñar alguna gestión mágica para convencerle a los buenos colegios a "aguantar" un pequeño periodo hasta que las cifras se cuadran. Pero, para eso, es fundamental poder mostrarles que no solamente pueden sobrevivir en Valpo, sino pueden tener buenas perspectivas de desarrollo institucional. Reitero, este periodo de los próximo 10 años es clave. Hay que salir a convencer.

¿Soluciones? Un idea que tengo es apelar a los colegios que ya se fueron (el Mackay y el Aleman, por ejemplo) a invertir en su propia historia haciendo una pequeña inversión en Valparaiso para revivir su propio patrimonio institucional. Eso puede ser un centro de extensión, un centro cultural, un museo, una biblioteca, un teatro, lo que sea.

He visto esta experiencia en el Mackay. La mayoria de los padres son de Reñaca, pero cuando fui invitado a hacer unas presentaciones sobre el patrimonio de Valparaiso y el patrimonio histórico del Mackay tanto los directivos como los apoderados quedaron absolutamente emocionados y convencidos que Valparaiso forma parte importante del patrimonio de la educación de sus hijos, aunque el campus ya no se encuentra allí. Partiendo así, un próximo paso es traer a estas familias a conocer más profundamente su propio patrimonio.

A partir de esto se puede ir convenciendo de a poco que Valparaiso tiene un futuro promisorio y que este futuro requiere colegios de calidad.

Es fundamental saber convencer que este gran periodo de "decrecimiento" en Valparaiso--lo de los últimos 30 años--ya se va revirtiendo. Una vez que podemos mostrar que la ciudad crece de nuevo, el resto vendrá.

Saludos,
TT

Anónimo dijo...

Muy interesante la perspectiva consignada para mantener –o retornar- los colegios que tradicionalmente nacieron y se desarrollaron en Valparaíso.
Sólo quisiera agregar dos puntos:
Comprendo (aunque no comparto) la mentalidad de mercado de quienes dirigen los colegios que han decidido emigrar. Sin embargo, me decepciona esta tendencia en aquellas instituciones educacionales cuya naturaleza no debiera responder sólo a la búsqueda de utilidades financieras, sino que a su compromiso histórico con la comunidad (es el caso de las colonias extranjeras británicas, alemanas e italianas) y con la educación de calidad del prójimo (se echa de menos a los tradicionales colegios Sagrados Corazones y a los Hermanos de la Salle).
Finalmente, estimo que no es menor considerar la generación de iniciativas orientadas a fortalecer la continuidad de los colegios privados que permanecen en nuestra comuna (de los cuales muchos porteños somos ex alumnos) como el Colegio Seminario San Rafael o el Colegio San Pedro Nolasco.
Saludos y felicitaciones por la página.