En París hay una pequeña plazuela con unas bancas y unos faroles. A un costado hay un colegio donde los jóvenes se escapan a mediodía para jugar a la pelota o pololear en la banca debajo del farol de fierro forjado. Parece una escena que se repite en centenares de plazas en la Ciudad Luz, pero algo aquí es diferente.
Detrás de la banca hay un rústico edificio del siglo 19, como mil otros en París, y en el segundo piso hay un departamento lúgubre como tantos otros. Solo que ésta es diferente. Ésta tenía un inquilino especial: el gran poeta Peruano, Cesar Vallejo.
¿Qué porcentaje de estos niños saben que Cesar Vallejo caminaba por allí, que escribía en esta banca? Sospecho que ninguno sabe siquiera quien era Cesar Vallejo. Pero para un poeta como yo, o para un Peruano, esta banca ES importante. Y este edificio. Y este farol.
Tanto los parisinos como los porteños somos custodios de un patrimonio que no pertenece a nosotros. Pertenece a toda la humanidad. A muchos chilenos puede que les interese saber que hay un café en Montmarte donde Vicente Huidobro hacia tertulia con George Braque, Max Ernst y Joan Miró. Que artista no sentiría escalofríos al pisar el taller donde Picasso concibió Les Demoiselles D’Avignon. Cuantos escritores visitan el bar donde Hemingway terminó Adiós a las Armas y Henry Miller empezó Trópico de Cáncer.
Pero las últimas tres veces que me ha tocado dictar charlas sobre Valparaíso EN VALPARAÍSO, hice un experimento y los resultados no fueron alentadores. A cada grupo les pregunté: Levante la mano el que sepa dónde vivió Rubén Darío en Valparaíso. Tres charlas. Más de 500 personas. Ni una. Levante la mano quien ha leído las impresiones de Valparaíso escritos en los diarios de vida de Charles Darwin. Nada. Levante la mano quien sabe donde se hundió el USS Essex. Cero.
John Whistler es el pintor más importante que ha producido Estados Unidos en su historia y su paso por Valparaíso dejó nueve cuadros que hoy día cuelgan en museos tan importantes como el Smithsonian, el Tate Modern de Londres, y el Hunterian de Glasgow. ¿Los porteños? Ni idea.
Pero esta columna se trata de mucho más que “los famosos” que pasaron por Valparaíso, pues el mismo embrujo que sedujo a tanto famoso sigue en el aire hoy día, aunque nosotros, puede que lo hemos dejado de percibir. No pasa ni un mes que no reciba algún correo de algún rincón exótico del mundo solicitando que les ayude a indagar información sobre las huellas de algún pariente que vivió, se enamoró, o murió en Valparaíso. Nosotros custodiamos todo esto. Custodiamos su melancolía y su soledad—del mismo modo en que los Parisinos custodian la banca donde alguien escribió:
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
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2 comentarios:
Valpara�so, 11 de abril de 2008.
Se�or
Todd Temkim
Presidente de la fundaci�n Valpara�so
Ha sido muy grato leer su nota sobre Cesar Vallejo que publicada en la p�gina editorial de �El Mercurio de Valpara�so� el d�a viernes 4 pasado, en la que con mucha propiedad y sensibilidad nos recuerda la poes�a de este gran peruano cuya obra fue precursora de la nueva poes�a en mi pa�s y en Am�rica latina.
Su art�culo coincide con la conmemoraci�n del nacimiento de Cesar Vallejo que es tambi�n feliz oportunidad. Aprecio pues much�simo este especial recuerdo respecto al cual deseo dejar una muy agradecida menci�n.
Acepte usted las sinceras expresiones de mi reconocimiento y amistad.
Fernando Guill�n Salas.
Embajador
C�nsul General del Per�
en Valpara�so
Sr. Consul, el honor es mìo.
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