En 1990, don Salvador del Carmen Abarca plantó sus primeras rosas y cardenales en la calle Beethoven del cerro Concepción. Poco a poco, el pequeño jardín empezó a crecer. Los vecinos reaccionaron con asombro y admiración. 5 años después, el jardín alcanzaba la mitad de la cuadra. Aparecieron bancas, esculturas, piedras, barquitos, figuras.
Los pocos turistas que ambulaban por el Puerto en esos días asumieron que el parque era municipal. Al toparse con el abuelito picando y escarbando la tierra se preguntaron: ¿Será funcionario público?
Para don Salvador no tenía ninguna importancia; no buscaba ni fama ni gloria. Sencillamente, le encantan las flores. 19 años después, su jardín llega casi hasta la subida Almirante Montt. Una maravilla. Nada de esto sorprenderá a mis lectores. Saben de Valparaíso, saben del “abuelito de la calle Beethoven”. Es una leyenda.
Así, cuando constituimos el jurado del concurso “Un Jardín para Valparaíso”, la lógica indicaba que en la categoría 3, “mejor jardín en espacio público hecho por un particular”, la pelea sería por el segundo lugar. ¿Encontraríamos jardines fabulosos? Ojalá. ¿Descubriríamos a otro Salvador del Carmen Abarca? Difícil.
Recorrimos los cerros y encontramos cosas increíbles. Unos 6 jardines fueron sembrados en lugares donde antes había basurales. En la plaza Eleuterio Ramírez los residentes del cerro regaban las plantas con botellas. Descubrimos un dragón rojo que apareció de la nada en el cerro San Juan de Dios. Pero aun así la candidatura de don Salvador no temblaba.
De repente nuestro minivan se detuvo frente a una pequeña capilla en la Población “Héroes del Mar” del cerro Placeres. Bastó ver las caras de los primeros miembros del jurado bajando del vehículo. Sencillamente, no podían creer lo que veían, ni donde lo vieron.
Es un jardín de gran extensión, con arbustos y arbolitos meticulosamente esculpidos. Tales esculturas se entretejían con coloridos arreglos florales de numerosos especies. Parecía sacado de la película “Eduardo manos de tijera”. Es más, el jardín se encontraba en medio de un ruidoso barrio popular donde el olor a polvo embriaga, levantado por el centenar de micros que pasan a cada hora.
Acto seguido, apareció don Roberto Pérez. Nos encantó su sencillez, su humildad, su persistencia. Horas después, los 9 jueces entregaron su puntaje para cada uno de los numerosos jardines visitados.
¿Cómo se elige entre un Van Gogh y un Monet? Los dos son diferentes, los dos son inmortales.
Al día siguiente el jurado se reunió para analizar los resultados. Se ratificaron rápidamente los primeros 30 premiados. Quedó lo más difícil: determinar el ganador de la categoría 3. Don Roberto, la revelación, había superado a don Salvador, la leyenda, por dos décimas. Es un cliché: los dos merecían ganar; pero es la pura verdad.
Bueno, el concurso 2009 ya es historia; el concurso 2010 ya empezó. Ya sabemos: tenemos un Monet y un Van Gogh. ¿Aparecerá un Cezanne en el cerro Mariposas?
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4 comentarios:
Estimado Todd, falta algo para rubricar la gran obra realizada con el Concurso, en beneficio por sobre todo de la gente de Valparaíso, como una manera de subir el ánimo colectivo.
¡FOTOS! de los jardines
Salu2
Alfonso.
Estimado Alfonso,
El domingo en Mercuriovalpo circuló un suplemento con fotos. En las próximas dias se subirán algunos fotos a la página web del concurso.
Gracias,
Todd
Que liiindo. Yo vivo en Urriola y sería tan lindo ver algo de verde por acá...pero nada. Nos ganó el cemento.
Me encantó tu blog. Ahora lo sigo.
Saludos Todd
Gracias por la confianza,
Tras un par de semanas locas, (debido a viajes y visitas), volveremos a la carga este domingo.
Saludos,
TT
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