Moriré en Valparaíso

Moriré en Valparaíso
Mi nuevo libro con prólogo de Roberto Ampuero

domingo, 21 de junio de 2009

Jardineando

Un jardín es una metáfora para muchas cosas. El pasar de las estaciones. Nuestra humildad frente a la naturaleza. El círculo de la vida.

No es casualidad que personajes transcendentales como Ghandi, Da Vinci, Copérnico, Newton, Whitman, King, Churchill, Mandela, etc., jardineaban en su tiempo libre.
Ahora podemos agregar otro nombre a esta lista: Barack Obama. El 20 de marzo se inauguró la primera “hortaliza orgánica” en la Casa Blanca.

El proyecto nació gracias a la pasión de Alice Waters, dueña del legendario “Chez Panisse” en Berkeley, California. Waters es una apasionada proponente de la alimentación sana. Tal filosofía parte con en el uso de frutas, verduras y carnes libres de pesticidas, hormonas y antibióticos. Pero Waters va más allá. Promueve romper la barrera entre quienes producen la comida y quienes la consumen. En su restaurante agrega valor a sus platos destacando los granjeros, panaderos, cafeteros y ganaderos que la proveen, todos amigos de ella.

Ha creado huertos en una docena de colegios. Allí enseña las virtudes de escoger y cocinar lo que uno come. “La manera en que hemos estado comiendo nos está enfermando”, dice. En tales colegios ha bajado sustancialmente la obesidad. Pero no es ideóloga; es bon vivant. Cuando un tomate es verdadero—sin pesticidas ni transgénicos—lo mira como Van Gogh miraba la noche estrellada. Cuando camina por las calles de Berkeley, sus vecinos la acechan: una señora le muestra una baguette de higo y nueces, un caballero le regala un choclo.

Otro admirador es Gavin Newsome, alcalde de San Francisco. Le propuso crear una “Feria de comida sana” frente al municipio. Asistieron 85 mil personas. A partir de ahí era un paso lógico la creación del huerto orgánico municipal, predecesor del de Obama.

Ya saben a dónde voy. Quiero un huerto municipal para Valparaíso, y lo veo instalado en la Plaza Cívica. Es más, propongo que cada domingo se realice una feria orgánica en el lugar. Pongamos al seremi de Agricultura, Hugo Yávar, a elaborar una lista de proveedores orgánicos regionales: frutas, verduras, quesos, aceites, vinos, mieles, etc. Que nos señalen a aquellos microempresarios que producen pollos, cerdos, ovinos, jabalíes, avestruces sin químicos ni hormonas.

El Director de Sercotec, Washington Cárdenas, puede encargar un plan de negocios para la feria. Debe ser una atracción turística por supuesto. Pero más importante aún es que sea un encuentro entre quien produce nuestra comida y quien la consume. Gracias a tal encuentro, aparecerían paulatinamente, opciones más saludables en nuestros almacenes, panaderías y restaurantes.

Sé que a poco andar la “Feria Orgánica de Valparaíso” se convertiría en un fenómeno nacional. Agregaría vida, color y humanidad a la ciudad patrimonial.

Según Alice Waters, “hay que aprender a cultivar un paisaje comestible. Es un símbolo poderoso que demuestra cómo custodiaremos la tierra, cómo alimentaremos a la nación”.

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