Moriré en Valparaíso

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Mi nuevo libro con prólogo de Roberto Ampuero

sábado, 1 de noviembre de 2008

Gato en una caja

Me he topado 3 veces con Jorge Castro. Hace 9 años, almorzaba en la picada “Los Deportistas” del cerro O’Higgins. Fundación Valparaíso recién tomaba vuelo. Muchos se preguntaban cuál era mi “gato encerrado”. Pilar y yo degustábamos nuestras empanadas. Entra un hombre canoso. Me ve y se me acerca. “Gracias por todo lo que está tratando de hacer por Valparaíso”, me dice. Fueron 3 segundos, pero me llamó la atención.

Cuatro años después, yo doblaba a la izquierda desde Beltrán a Yerbas Buenas cuando choco con un colectivo que bajaba con sorprendente velocidad. En el colectivo iban 2 señoras y una señorita con síndrome de Down. El colectivero estaba furioso; las señoras histéricas; la señorita lloraba. Me sentí sobrepasado.

De repente aparece una mano en mi hombro, y una familiar, serena, tranquilizadora. “Hola Todd, ¿cómo estás? ¿Ok?”. Era Jorge Castro. Parecía que nos conocíamos por décadas, cuando en realidad nos habíamos saludado una sola vez, hacía 4 años.

“No te preocupes. Vivo al frente y veo los colectivos bajando a cada rato. Sé cómo bajan. Quédate tranquilo; voy a atender a las señoras y después hablo con el conductor. Quédate tranquilo; yo me encargo”.

Atiende a las 3 señoras, constata sus lesiones que, gracias a Dios, eran menores. En pocos minutos el pánico se había disipado. Habla con el colectivero. Este se tranquiliza. Llegan los carabineros y cumplimos los trámites. Jorge se queda hasta el último momento.

¿Tercer encuentro? Hace 2 años. Me suena el teléfono. “Hola Todd. Jorge Castro. ¿Cómo estás?” Una vez más, parecía que nos conocíamos de toda la vida. “Estoy organizando un encuentro de poetas para la Cumbre del Tango. Me encantaría que participaras”.
3 encuentros en 15 años.

Sabemos que nuestra ciudad es un puzzle; que está llena de “cachos”. Cada vez que arreglamos uno, aparecen 5 más. Un maestro me lo explicó así: “Trate de meter un gato en una caja. Si lo hace a la fuerza, no hay caso. Pero coloque el gato en una habitación y luego ponga la caja al centro. Dése una vuelta por ahí, y cuando vuelva, le apuesto que el gato estará haciendo su siesta dentro de la caja”.

A don Aldo Cornejo le sobra inteligencia. Tal vez le faltó sabiduría. Heredó un municipio quebrado. Le tocó la tragedia de la calle Serrano, el incendio del cerro La Cruz. Ha sufrido mucho. Le deseamos lo mejor. Ahora, ¿qué piensa Jorge Castro de los perros callejeros, el aseo, la seguridad? ¿Cómo rescatará los ascensores? ¿Qué pasará con el Baburizza; con nuestras iglesias y palacios? ¿Cómo enfrentará el polarizado ambiente? ¿Nos pondrá a punto para el Foro de las Culturas? ¿Sabrá manejar los conflictos entre residentes y turistas en el cerro Concepción?

No tengo idea. Sólo sé lo que he visto. Que le gustan las personas. Que confía en ellas. Que enfrenta los conflictos con aplomo y serenidad. Vamos. Démonos una vuelta con este “Negro” y veamos dónde está el gato a nuestro regreso.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Todd
Difícil saberlo. Despues de todo ha sido elegido por los porteños quienes se la jugaron por la carta alternativa a la continuidad y por algo será. O bien una hábil y certera campaña previa a las elecciones o bien los habitantes del puerto esta vez saben perfectamente a quien elijen. Ni el mismo negro sabe a ciencia cierta como será su periodo. Obviamente debe comenzar creyéndose el cuento, mas vale, sino mejor no ejercer la política.
Una cosa si me causa sorpresa. El que se le acerque a la gente, asi, como si le conociese de toda la vida. Para venir de un consejal es memorable teniendo en cuenta que la política en Chile te da una entrada gratuita al mundo de los "elegidos" alejándose asi de los electores, de los que le han dado vida al politico. Da buena impresion en todo caso que este elegido alcalde de muestras de estar con los pies sobre la tierra.
Yo supe de él de fuentes cercanas a la municipalidad en los años ochenta, exacto, cuando reinaba el regimen militar y este personaje junto a otros más se paseaban por los dominios municipales que entonces era su casa, él en el area deportiva. Existia ya una identidad con ese regimen, como lo continua siendo ahora con la UDI. Deberia importar esto? Tal vez no. Tal vez lo que realmente importa por sobre todas las cosas es la devoción a Valparaiso, como la tuya desde la arista del poeta, Castro debera demostrarla ahora como el elejido que resulto ser.
Ahora, si un poeta ha sido capaz de hacer tanto por Valparaiso... cuanto podrá hacer un politico?

Un hermanable saludo desde Gotemburgo, Suecia

Germán

El Gringo dijo...

Estimado Germán,

Un gusto escuchar de tí. Lo que he tratado de hacer es una reflexión que desborda las fronteras ideológicas que demarcan cada ser humano, quien escribe, incluido. Sé que, para muchos chilenos, cuesta mirar más allá de estos límites que tanto marcaron la vida de uno. Ojalá que a Valparaíso nos vaya bien con el cambio. Hay que jugarselo.

un abrazo,
Todd

Anónimo dijo...

Si todo es para que VALPARAISO crezca y sea de todos los porteños d4eccorazón,no importa el color del gato,lo importante es que caze ratones.Y necesitamos un buen gato para nuestra alicaída ciudad.Todos juntos ,sin colores,ayudemos a salir adelante a nuestro puerto.
Jorge