Estoy desesperado. No puedo encontrar un tomate. Por favor, no me digan que vaya a Limache ni al Jumbo ni al Mercado Cardenal. He ido. No hay.
He visto letreros que dicen "tomate". Debajo de estos hay algo que se ofrecen "400 x kilo" o "3 kilos x mil". Lamentablemente, estas "frutas" han sido tan genéticamente intervenidas que ya no merecen el calificativo de tomate. Son sucedáneos. Les quitaron el gen que les permite pudrirse, y, al lograr tal magna intervención, dejaron un cuerpo sin alma; algo pálido y arenoso; una "fruta" sin pulpa, sin sabor. No insultaría a las humitas de la Sra. Lorena acompañándolas de tales impostores.
Solidarizo con el científico californiano quien descubrió que era posible eliminar el gen del ablandamiento. Hasta imagino su deleite. "He descubierto un tomate capaz de sobrevivir un mes dentro de un barco sin cambiar de aspecto". ¿El problema? El momento de "ablandamiento", que da inicio al proceso de madurez, es justo cuando la fruta encuentra su sabor.
Igual, al ojo no experto, estos espejismos pintan como deliciosos.
Cuantas veces he llegado a mi casa emocionado: "es hora de preparar una ensalada caprese". Dejo sobre la mesa albahaca, queso mozzarella blanco, sal, aceite de oliva, un baguette de la "Guria" o "El Buen Gusto". Todo bien. Hasta que corto el primer "tomate". ¿Mi decepción? Inmediata e incontenible.
En EE.UU. están de moda los "orgánicos" y los "heirlooms". Los primeros han sido cultivados sin pesticidas y con procesos naturales. Está bien, pero si no puedes garantizar el origen de las semillas, da lo mismo el proceso. Los "heirlooms" son más interesantes. Son semillas cuya descendencia ha sido meticulosamente documentada. Son libres de intervención genética. Existen más de 30 razas de "heirlooms" en el mercado estadounidense—la mayoría cultivados por hippies y activistas. Así, les advierto: si, un día, mis lectores se espantan con un titular santiaguino "Gringo de Valparaíso arrestado en aeropuerto ingresando semillas para su huerta en cerro San Juan de Dios"—sabrán de lo que se trata.
El martes asistí a una degustación con micro-agricultores de la Región en la terraza del Hotel Gran Gervasoni. Había productores de quesos, hierbas, vinos orgánicos, longanizas caseras, huevos de codorniz, ajos, etc. Encuentro fascinante vincular a estos héroes del campo con nuestros héroes gastronómicos porteños. ¿El único problema? No había tomates.
Al sur oriente de Limache, en el camino a Huinganal, he visto un portón negro con un letrero que dice "tomates orgánicos". En tres ocasiones he parado para indagar. ¿Serían heirlooms originales? No hay timbre ni buzón. El letrero tampoco ofrece número telefónico. Escalo la reja, pero no veo ningún indicio de vida salvo un perro polvoriento que ladra sin cesar.
¿Cuándo volveré a mirar el atardecer sobre la iglesia Luterana con el jugo de un verdadero tomate corriendo por mi barbilla? Ayúdame, Dios. Mi reino por un tomate.
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7 comentarios:
Recibido de Andrea Goca por mercuriovalpo.cl
andreagoca@yahoo.es
Interesante... pero creo que no tuve el placer de degustar un tomate original el portador de ese gen del envejecimiento, aunque siempre tuve dudas acerca de su sopechosa redondez...tan perfecta. Lamentablemente el 1° mundo con sus sesudos cientificos y tecnologías de punta; nos han privaron del placer que nos regala la naturaleza........ y esto es sólo con los tomates cuánta intervenciones ¿? de todo tipo se han permitido en nombre de la ciencia ( mercado).
Muchos saludos! admiro su Fundación Mr. Temkin.
Firma: andrea.-
Andrea,
La buena noticia es que me han llamado algunos chilenos con semillas originales. Pronto tendrá novedades para que pueda conocer la delicia de que me refiero.
saludos, TT
Recibido de Jorge Contreras por mercuriovalpo.cl
coke1983_3@hotmail.com
he leido varios articulos y me encanta tu punto de vista de las cosas que ocurren hoi dia ,en este pais llamado Chile , encuentro muy acertados tus comentarios y tu gramatica y fluides en las palabras hace que este sea un articulo sea interesante y haga pensar en cosas realmente importantes para los seres humanos buenos ahi nos vemos adios
Firma: jorge coke rojas.-
Jorge,
Agradezco tu carta. Estamos de acuerdo que, a veces, las cosas más sencillas son los más importantes.
saludos, TT
Recibido por Eugenio Bosque via mercuriovalpo.cl de
ebosquen@hotmail.com
Mr Todd Temkin coincide plenamente con apreciaciones personales que he tenido desde niño. Al igual que los tomates, las sandías , melones, duraznos , las cebollas, no tienen ese sabor que recuerdo desde pequeño, cuando uno las arrancaba desde la "chacra" o de la hortaliza familiar.
En el caso de los tómates tecnologicos no tienen aroma ni sabor; antes uno podía comerselos arrancandolos directamente de la mata , eran exquicitos a lo más con un poco de sal. Hoy no tienen gusto a nada y mucha fruta padece el mismo trauma. Habitualmente estoy comparando aquellos alimentos naturales consumidos como postres en aquel entonces y observo con preocupación que a los niños y adolescentes de hoy no les gustan; no los comen. Hoy día cuesta comer un trozo de sandía y antaño con mis hermanos raspabamos hasta la cáscara y los que perdían eran los pollos y gallinas.
Firma: Eugenio Bosque Navarro.-
Todd,
Conseguir tomates con sabor no es una tarea fácil. En Quillota se pueden conseguir, siempre que uno tenga paciencia para buscar y haga las preguntas de rigor al vendedor. Intenta en el puesto de don Jaime Fuentes, en la feria Sargento Aldea (detrás del supermercado Lider). Desde fines de enero hasta marzo él vende tomate "botado" (cultivados al aire libre, sin entutorado). Son frutos más dulces y con mejor aroma que el tomate que venden en el supermercado. El único detalle es que tienes que comprar pocos a la vez - al segundo o tercer día se llenan de hongos.
¡Suerte en tu búsqueda!
Estimado Latimer,
Extraordinario dato. Gracias.
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