Moriré en Valparaíso

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Mi nuevo libro con prólogo de Roberto Ampuero

domingo, 7 de marzo de 2010

Cuando la tierra nos llama

Parral, pueblo natal de Pablo Neruda, no pudo con el terremoto. San Carlos, cuna de Violeta Parra, tampoco. Ni preguntes a Lebu, aquel pueblito de la desembocadura del rio del mismo nombre. Durante más de un siglo, este poblado sacrificó miles de los suyos para abastecer a Chile con carbón escarbado desde las entrañas de Lota. Allí, nació el autor de “La miseria del hombre”, nuestro Premio Cervantes, Gonzalo Rojas.

Han pasado ochos días y aun no encuentro las palabras. Hasta la metáfora me falla. Ahora, si, entiendo lo que quería decir Neruda en “Explico algunas cosas”:

Por las calles la sangre de los niños
Corría simplemente, como sangre de niños.

A veces, no hay nada más que decir.

Lo cual no quiere decir que los poetas no hayan intentado. Sobre un fenómeno telúrico, el poeta Thomas Merton (1915-1968) escribió: “Dígale a la tierra que tiembla/ dígale al trueno/ que despierte el cielo”. Y Wallace Stevens (1879-1955) aportó: “Verano se convierte en invierno, los pequeños en viejos,/ El aire impregnado de niños, estatuas, techos, y polvo que cae como la nieve”.

Cuando de escribir sobre terremotos se trata, los más prolíficos, lejos, son los poetas persianos. Están Rumí, Kabir, Hafiz, entre otros. Les siguen los poetas chinos. Allí están representados grandes como Tu Fu y Wu Wei Yi, pero también hay versos de chinos menos famosos. El terremoto de 2008 en la provincia de Sichuan, por ejemplo, mató 69 mil personas. Su postal más emotiva, la búsqueda de 600 niños atrapados bajo los escombros del colegio Juyuan, inspiró numerosos poemas en todo el mundo.

Cuando la tierra nos llama, no es fácil. Nuestro pequeño mundo da vuelta. Por una parte, sabemos que la vida nos ha regalado una oportunidad, que nuestro viaje tendrá un “antes” y “después”. ¿Pero qué hacemos con este regalo? Es la gran incógnita.

Así, en honor a Parral, San Carlos, Lebu y docenas de otros pueblos cuyos poetas el mundo no conoce y no conocerá, les dejo con la última estrofa del poema “Formas Poderosas” de la estadounidense Brenda Hillman (1951- )

Da lo mismo como lo recordaremos más adelante
la tierra que amábamos sabrá la verdad
nos quiso de vuelta, nos quiso por si misma,
con nuestras formas poderosas y nuestros anhelos íntimos,
los quiso transformar en aire y fuego pero no lo logró
el cernícalo sobrevoló un pino
La loica juntó semilla en honor a su libertad.
Cuando temblaba, el muro soltó
su cuadro. Quedó el gancho y la huella del gancho
y el clavo que colocamos en la pared,
y la memoria de haberle colocado
esto también perdurará.

4 comentarios:

El Gringo dijo...

recibido por facebook...

de Carolina Gálvez

Me gustó mucho tu columna vinculada a los terremotos y los poetas, el poema final, emotivo y atingente. Gracias por el aporte y las palabras.

El Gringo dijo...

Amiga,

No fue fácil. Durante la semana hubo 10 columnas en el diario y todos abarcaron el terremoto. ¿Que más se podría decir? ¿Como tratar el tema con otra sensiblidad sin caer en el cliche?

Ojalá que lo haya logrado.

Un abrazo,
TT

El Gringo dijo...

Otra vez via facebook:

Yo siento que lo lograste plenamente, siempre es interesante la mirada diferente, la reflexión que va más allá. Hay demasiada "palabrería" de lo obvio en este tema; por eso además me gustó mucho. Como anécdota te cuento que hoy fui a mi dentista y amigo (Eduardo Couve del libro de los Ascensores) y me comentó también que le había gustado mucho la "columna del gringo". Saludos. Carolina

El Gringo dijo...

Buen dato querida. Mándale un saludo a Eduardo.