El poeta estadounidense William Stafford (1914-1993) era famoso por muchas cosas, entre ellas por ser muy prolífico. “Escribo un poema todos los días”, solía a decir. “¿Y qué pasa si te levantas con migraña, de malas pulgas, o ganas de morir?” le preguntaron una vez. “Fácil”, contestó, “este día bajo mis expectativas”.
Es que hay días y días. Aún en Valparaíso.
Amo tanto a esta ciudad que 9 días en 10 no me afecta que me rayen el auto, dejen un grafiti en mi portón, o se roben mi contenedor de basura—como pasó hace 5 días. Podría ser peor. Podría vivir en Santiago. Pero siempre hay un décimo día, como miércoles. Tomaba mi café y hojeaba mi matutino. De repente veo que, después de ser gobernado 4 años por un alcalde que almorzaba semana por medio con la Presidenta en el Cerro Castillo, después de haber liquidado el ciclodromo y el Parque Quintil, la deuda de nuestra ciudad no bajó. Subió. Casi en diez mil millones.
Hay tantas personas que “se la juegan” por esta ciudad. Vienen desde los 5 continentes y de cada rincón de Chile. Llegan, parten de cero, y dejan sudor y lágrimas. A veces este país no ha estado a la altura de esta gente.
Minutos después me encuentro con una señora en el banco. “Qué maravilla sobre Valparaíso va a escribir este semana,” me pregunta. “No sé”, le dije. ¿Qué iba a decir? ¿Qué en este momento tenía ganas de mandar todo a la cresta?
Pero justo me vino a la mente un verso de William Stafford: “Si tú no sabes la persona que soy/ y yo no sé la persona que tú eres/ un patrón hecho por otros prevalecerá en el mundo/ y siguiendo el Dios equivocado a casa perderemos nuestra estrella”.
Pensé en la señora y me di cuenta: Valparaíso no morirá. Aunque el país nos mantenga en el abandono absoluto, Valparaíso no morirá. No morirá porque esta ciudad se conoce a sí misma. No morirá por la inmensa humanidad que tiene.
Lo cual me recuerda otra cosa notable de William Stafford: su humildad. Una amiga editaba una revista para alumnos del pre-grado de una pequeña universidad. Eran 50 hojas fotocopiadas y corcheteadas. Un día William Stafford vino a recibir un doctorado “Honoris Causa”. Mi amiga escuchó su clase magistral y se quedó hasta que firmara el último libro. Después, se lo acercó tímidamente. Le mostró su pequeña revista y le invitó a publicar algunos poemas allí. Stafford la miró con sus ojos inmensos. “Señorita, no ando con ningún poema nuevo. Déjame sus datos y le mandaré algo cuando termine mi gira y regrese a Oregón.”
Sus amigos la aseguraban, “Jamás te escribirá”. Pero 3 semanas después, apareció un sobre en su casilla postal. Tenía 5 poemas inéditos de William Stafford y una nota escrita a mano: “Señorita, sé que todas las revistas tienen estandartes de calidad. Si estos poemas no le satisfacen te mandaré 5 más.”
Así, les dejo con otro verso de William Stafford: “Es importante que las personas despiertas se mantengan así/ la oscuridad que nos rodea es profunda.”
Es que hay días y días. Aún en Valparaíso.
Amo tanto a esta ciudad que 9 días en 10 no me afecta que me rayen el auto, dejen un grafiti en mi portón, o se roben mi contenedor de basura—como pasó hace 5 días. Podría ser peor. Podría vivir en Santiago. Pero siempre hay un décimo día, como miércoles. Tomaba mi café y hojeaba mi matutino. De repente veo que, después de ser gobernado 4 años por un alcalde que almorzaba semana por medio con la Presidenta en el Cerro Castillo, después de haber liquidado el ciclodromo y el Parque Quintil, la deuda de nuestra ciudad no bajó. Subió. Casi en diez mil millones.
Hay tantas personas que “se la juegan” por esta ciudad. Vienen desde los 5 continentes y de cada rincón de Chile. Llegan, parten de cero, y dejan sudor y lágrimas. A veces este país no ha estado a la altura de esta gente.
Minutos después me encuentro con una señora en el banco. “Qué maravilla sobre Valparaíso va a escribir este semana,” me pregunta. “No sé”, le dije. ¿Qué iba a decir? ¿Qué en este momento tenía ganas de mandar todo a la cresta?
Pero justo me vino a la mente un verso de William Stafford: “Si tú no sabes la persona que soy/ y yo no sé la persona que tú eres/ un patrón hecho por otros prevalecerá en el mundo/ y siguiendo el Dios equivocado a casa perderemos nuestra estrella”.
Pensé en la señora y me di cuenta: Valparaíso no morirá. Aunque el país nos mantenga en el abandono absoluto, Valparaíso no morirá. No morirá porque esta ciudad se conoce a sí misma. No morirá por la inmensa humanidad que tiene.
Lo cual me recuerda otra cosa notable de William Stafford: su humildad. Una amiga editaba una revista para alumnos del pre-grado de una pequeña universidad. Eran 50 hojas fotocopiadas y corcheteadas. Un día William Stafford vino a recibir un doctorado “Honoris Causa”. Mi amiga escuchó su clase magistral y se quedó hasta que firmara el último libro. Después, se lo acercó tímidamente. Le mostró su pequeña revista y le invitó a publicar algunos poemas allí. Stafford la miró con sus ojos inmensos. “Señorita, no ando con ningún poema nuevo. Déjame sus datos y le mandaré algo cuando termine mi gira y regrese a Oregón.”
Sus amigos la aseguraban, “Jamás te escribirá”. Pero 3 semanas después, apareció un sobre en su casilla postal. Tenía 5 poemas inéditos de William Stafford y una nota escrita a mano: “Señorita, sé que todas las revistas tienen estandartes de calidad. Si estos poemas no le satisfacen te mandaré 5 más.”
Así, les dejo con otro verso de William Stafford: “Es importante que las personas despiertas se mantengan así/ la oscuridad que nos rodea es profunda.”
8 comentarios:
Estimado Todd:
No hay oscuridad si seguimos soñando.
Los sueños hay que parirlos a sangre, sudor y lágrimas.
Que te voy a decir de lágrimas y sudor y sangre a tí. Te has convertido en un habitante de este puerto y aquí, las cosas son así. Son tan así que nosotros, los porteños de siempre ya lo tenemos integrado que de tanto légrimear y sufrir y parir y sangrar, ya nos parece lo más normal del mundo y sobre todo...
...seguimos soñando.
A soñar y a caminar que esto no se ha acabado.
Leo Silva
http://andanzasporvalparaiso.blogspot.com/
Hola Leo,
He visto tu blog y te deseo suerte en tu nueva aventura. Siempre me han gustado tus aportes a cementerio de disidentes. Así, si quieres, podemos intercambiar enlaces.
un abrazo,
Todd
Por mi parte, ya estás linkeado.
Grandes abrazos
Leo
Recibido por Oscar Saveedra por mercuriovalpo.cl:
osaavalparaisoes@hotmail.com
Exactamente. Valparaíso se merece, cada vez menos, incluso a sus propios habitantes. Se está convirtiendo en lugar de reunión de delincuentes, flaites, ambulantes,artistas callejeros,punkies, feriantes,anarkos, grafitteros, limosneros, perros vagos, que dejan sus basuras, sus vómitos, sus orinas y sus fecas desparramadas por todos los sitios turísticos de la ciudad y los encargados de evitar y controlar sus presencias brillan, por su ausencia y nos informan que los gastos que provocan el control de estas plagas, han hecho aumentar la deuda municipal. Incomprensible.
Firma: Oscar Saavedra Puente.-
Recibido desde Mercuriovalpo.cl de Alejandra Medina:
amedina2278@gmail.com
Huele a prestada de ropa a Jorge Castro y nula gestion, salvo para ayudar a Mall plaza.
Recuerde que Jorge Castro lleva mas de 4 años en el municipio, incluso en aquellos inombrables años.
Respecto al comentario anterior, es preocupante la forma como se plantea el señor y espero que cuando habla de plagas se refiera a las termitas y no a las personas.
saludos
Firma: Alejandra Medina.-
Recibido por Mercuriovalpo.cl
c.m.paton@hotmail.com
Dear Mr. Temkin: Esperemos que como Stafford "No perdamos la estrella". Valparaíso, admirada y reconocida por el mundo, es desdeñada por sus autoridades y por muchos de sus habitantes. La humildad de Stafford le haría bien al país. Usted es un "Quijote" que llegará a buen puerto. Le brindo mi más cálido apoyo, and best wishes for your project.
Firma: Carolina Paton.-
Todd
Siempre es un agrado leer tus columnas en el Mercurio de Valparaíso. Esta vez, a través de Stafford, quien me sorprendió a través de los últimos versos que dan fin a tu columna. Creo que ciertamente la oscuridad se implanta como las raíces de un árbol viejo.Se implanta en nuestro modelo económico, en nuestra ceguera insolidaria, en nuestra carencia de miradas más profundas, en nuestra falta de respeto hacia la naturaleza, en nuestra visión despectiva hacia la armonía del universo, etc. Ceguera como la novela de Saramago, lechosa, silenciosa, letal.
Quiero compartir algunos versos que he escrito, desde esta perspectiva. Te los envío después, si no te quita tiempo.
Un peregrino en el camino de la poesía,
Patricio Tapia A.
Patricio,
Agradezco tu apoyo a la columna. Sería un honor leerr algunos poemas tuyos. Favor manda a toddtemkin@gmail.com
saludos,
Todd
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