Moriré en Valparaíso

Moriré en Valparaíso
Mi nuevo libro con prólogo de Roberto Ampuero

domingo, 6 de julio de 2008

Tipo Valparaíso, Tipo Abu Dabi









A lo largo, las grandes urbes tienden hacia una de dos realidades: Las "tipo Abu Dabi" y las "tipo Valparaíso".

Las primeras tienen plata y las segundas tienen alma. Las que tienen plata quieren alma, y las que tienen alma quieren plata. Las ciudades que saben lo que son, emprenden vuelo. Las que tratan de transformarse en algo que no son y se encuentran atrapadas en una pesadilla sinfin. Luchar contra su propia naturaleza es caer bajo el peso de la gravedad. Es una Labor de Sísifo.

Los Abu Dabi carecen de autenticidad, pero no les molesta. Se quitan la pena levantando el edificio más alto o el mall más grande. Santiago es un Abu Dabi latinoamericano y—ojo—eso no es malo. Es lo que es. En su máxima expresión, estas ciudades son capaces de transformar un desierto en oasis. Fabrican islas en el mar. ¿Quieres construir una cancha de esquí bajo techo? Permiso concedido.

Compran cada Da Vinci, Goya, Picasso, o Van Gogh que aparece en el mercado. Después, los exhiben en edificios diseñados por Frank Gehry, Santiago Calatrava, Rem Koolhaas o Daniel Libeskind. Vale la pena visitar una ciudad tipo Abu Dabi.

Pero nuestro karma es administrar una ciudad tipo Valparaíso. Estas tienen carácter. Tienen alma. Tienen personajes como la Sra. Ximena, que tiene 93 años y aunque sus hijos llevan años tratando de llevarla a Viña, insiste, "No mi h’ijita. Moriré en Valparaíso."Están llenas de filósofos, escritores, arquitectos, y pintores—la mayoría de estos frustrados—que se juntan en boliches y trasnochan fusilando a las autoridades de turno. Cada uno tiene teoría propia sobre la génesis del "embrujo" que produce su ciudad. Son ciudades vivas.

Y están llenas de cachos. Cuando tratas de resolver un problema en una ciudad tipo Valparaíso, inevitablemente desencadenas treinta problemas más.

Mi teoría es que las ciudades tipo Valparaíso nacieron—casi en su totalidad—mal concebidas. ¿A quién se le ocurrió fundar Venecia en una laguna? No fue muy inteligente. Luchar durante siglos para defender semejante tontera… Eso si es carácter. Eso es arte. Y, en el caso nuestro, ¿Por qué hacer un puerto en una bahía desprotegida, donde, más encima no hay espacio de crecer, y—peoraún—para llevar la carga al capital hay que subir tres cuestas en carreta?

Las nuestras son ciudades testarudas. Nuestra alma, nuestro carácter, nace de nuestra lucha contra nuestra propia tontera. Encanto nacido del esfuerzo. Lo anterior explica porque, tarde o temprano, todo emprendedor porteño termina identificándose con Sísifo, el rey que se creó un Dios. ¿Su castigo? Empujar una roca hacia la cumbre de un cerro. ¿El problema? Los dioses hancalculado el peso de la roca para que esta caiga, justo, cuando el pobre cree haber llegado a la meta.

Lo más asombroso es que puede que—en 200 años más—las Abu Dabi terminen siendociudades tipo Valparaíso. Nacieron insultando a los Dioses. ¿Un oasis en el desierto? Es la misma tontera de nuestros ancestros porteños, quienes pensaron edificar una virtual "ciudadela europea" en el inhóspito pacífico sur.

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