Moriré en Valparaíso

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Mi nuevo libro con prólogo de Roberto Ampuero

domingo, 17 de octubre de 2010

Entre hortensias y nísperos

“¿Te has dado cuenta que la calle Dinamarca no es de adoquín? Es de piedra. Lo hicimos nosotros, como parte del acuerdo que permitiera, al fin, la adquisición de este terreno en 1825.” Las palabras son de Esteban Collins, Director del Cementerio de Disidentes, al iniciar nuestra caminata al cielo, entre hortensias y nísperos.


No es la primera vez que vengo, obvio. Pero nunca había entrado por Dinamarca 14, el portón patrimonial, con su escalera de mármol en forma de caracol, vigilado por misteriosos búhos esculpidos en piedra. “Durante más de un siglo”, continuaba Esteban, “nuestra convivencia fue difícil. A pocos años de abrir las puertas, hubo un terremoto. La iglesia nos echó la culpa, ‘los herejes’ y gran parte del pueblo les creyó”.

A los chilenos, les incomodan los cementerios. A mí, me fascinan. Pienso, inmediatamente, en uno de mis poemas favoritos, “Los Niños”, de William Carlos Williams (1883-1963):


De vez en cuando
encontrábamos un claro
de violetas amarrillas

no muchos
pero grandes
azules y grandes

en el bosque del cementerio
recogíamos
varios

había una familia llamado Foltette
una familia grande
con muchas tumbas de niños

así recogíamos ramos de violetas
y dejábamos uno
en cada lápida


¿Y de qué color son las violetas, después de todo? ¿Amarillas, púrpuras, o azules? No tengo idea. ¿Y cuáles son los niños referidos en el título? ¿Los Foltette? ¿O los que juegan, inocentemente, en el bosque? Nadie sabe. Gozamos el círculo de la vida. No hay porqué explicarla.

Los cementerios desnudan nuestras ambiciones. Nos vacían de ruido interno. Nos limpian por dentro y por fuera.

Pero el Cementerio de Disidentes es diferente. Es un monumento a la lucha por la libertad, un testimonio a la tolerancia y la diversidad. Aquí descansan nuestros mártires y aquellos que, habiendo nacido en tierras tan lejanas como impronunciables, optaron por morir aquí, en el último confín del mundo.
Aun así, me es difícil explicar el misterioso poder narcótico de este lugar. Tal vez, igual como en “Los Niños”, no es necesario. Basta deambular entre los apellidos Mackay, Garland, Sutherland, Hucke, Porter, Trumbull, etc. Cada vez que vengo, vuelo. Siento como si hubiera entrado a un boticario del siglo 19, con sus repisos de roble repletos de botellas cuyas etiquetas amarillentas, escritas en inglés y alemán, narran fabulosas fábulas de antaño. Y, de repente, siento que he llegado al pasillo de los perfumes, apenas perceptibles tras siglos de abandono, pero que pegan igual, fuerte, con su golpe de melancolía extraído del silencio.

5 comentarios:

El Gringo dijo...

Recibido por correo electrónico:

Hola Todd, hoy a primera hora leí tu columna sobre nuestro cementerio “Entre hortensias y nísperos” me pareció muy lindo y poético, sobre todo por la relación que haces con los niños y que las cosas son y son nomás, sin buscar mayor explicación, es la magia de algunos lugares y personas.


Mi señora, que se llama Jennifer, lo encontró muy lindo y te envía felicitaciones y saludos, yo al igual que tu tengo a mi señora como mi más estrecha critica y colaboradora.

Solo un detalle yo no soy el Presidente del Directorio del Cementerio, soy su Director Patrimonial, pero solo es un detalle, la Presidenta es Ruth Cave.

Un abrazo, muchas gracias y felicitaciones.

Esteban Collins

El Gringo dijo...

Estimado Esteban,

Arreglaré el error en el blog. Saludos, TT

El Gringo dijo...

Recibido via Twitter.

bearaneda@ToddTemkin

me gustó tu columna del domingo. Se agradece resaltar las cosas sencillas y que están ahí para disfrutarlas.

Laura dijo...

Busqué distraidamente el cementerio de Disidentes en Internet y llegué aquí. Me alegro de haberlo encontrado revivido en un blog. Será mi última morada, ya que la parte alemana de mi familia está allí, y justo al frente, en el cementerio católico, están los familiares italianos. Hace muchos años que no voy. La última vez que estuve había una señora que criaba unos preciosos pekineses y en la parte central del cementerio lucían las rosas. Es posible que en mi próxima visita deba quedarme. Por ahora, visitaré este blog.

Cordiales saludos

Laura

El Gringo dijo...

Laura,

Gracias por tu comentario y bienvenido al blog. Muchos saludos. TT