En ’93, mis amigos santiaguinos me informaron: “Si vas a vivir en Chile, tienes que tener un equipo de futbol”. Todos eran de Colo Colo, la Católica o la U. Así, en protesta, escogí a Deportes Temuco. Mis amigos se reían a carcajadas.
En esta época, había un solo torneo largo. Así, durante 6 meses, fui víctima de las embestidas, bromas, y tallas de amigos que se deleitaban en verme sufrir. Mi pobre equipo, que no contaba con ninguna figura relevante, agonizaba semana tras semana, tratando de meterse en la parte media de la tabla.
De repente, un milagro. Faltando 7 fechas, la defensa de Temuco se convirtió en una muralla imbatible. Pasaron 1, 2, 3, 4 partidos sin que les metieran un solo gol. Mis amigos no lo podían creer. El pequeño Deportes Temuco, “mi Deportes Temuco”, subía en la tabla. Faltando dos fechas, quedaba una leve chance matemática para clasificar a la liguilla de la Copa Libertadores. Temuco ganó las dos: 1-0 y 1-0. Clasificó. Mis amigos incrédulos. Disputaríamos un cupo en la Copa. ¿El rival? El poderoso Universidad Católica, finalista continental el año anterior.
Mi polola, Pilar, hoy día mi señora, me llevó al estadio San Carlos de Apoquindo. Me compré una pequeña bandera verde.
Durante 85 minutos, nos atacaban por todas las frentes. Temuco aguantaba. Yo sufría. Mientras nos acercábamos a los penales, me ilusionaba con ver la cara de mis amigos cuando apareciera el lunes en la Sala de Profesores con un diario en la mano: ¿El titular? “David derrota a Goliat”.
Pero en el minuto ’87 llegó el gol de la Católica. Allí, aprendí una lección que me sigue inspirando hasta hoy: En futbol, como en la vida, el equipo que se dedica a defender, termina perdiendo.
Sé que suena superficial, pero me marcó. 5 años después, en 1998, durante mi primera entrevista tras crear la Fundación Valparaíso, dije: “Valparaíso me parece un equipo de futbol que se dedica a defender. Defendemos al Edificio Cousiño. Defendemos a los troles. Defendemos los ascensores. Es importante saber defender. Agradecemos a los defensores. Pero no se puede vivir defendiendo. Se agota. Hay que elaborar sueños, buscar recursos, gestar proyectos. Hay que salir a la cancha a marcar goles.”
Veamos el caso ascensores. La gran vergüenza de Chile no es no haberlos defendido. La gran vergüenza de Chile es no haberlos “soñado”, no haber entendido lo que pueden significar. Para Chile, los ascensores de Valparaíso deben ser Machu Pichu, la Torre de Pisa, el puente Golden Gate. En el caso ascensores, a Chile le faltó marcar el gol en la puerta del arco.
Una anécdota final: En ‘95, ya viviendo en el Puerto, fui a Playa Ancha para un partido Temuco-Wanderers. Durante el segundo tiempo, se anunció el ingresó de un jugador. El público aplaudió a rabiar. “¿Qué pasa?” pregunté a un amigo. “El cabro que acaba de ingresar es juvenil. Tiene 16 años”, me dijo. Era David Pizarro. Mi aventura con Temuco se acabó allí mismo.
Viva el Wanderito.
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7 comentarios:
recibido via facebook, de Alicia Silva Vásquez:
Estoy totalmente de acuerdo
Ya lo había leído en el Mercurio´. Tan de acuerdo que sentí hasta cierto punto como si en parte yo dijera eso. Es que al parecer esta sociedad metalizada en que vivimos no está dando lugar a soñar en grande.
Lo que está sucediendo con los ascensores es tan lamentable. Para quienes somos porteños de corazón es como si nos cortaran un dedo. Y sí, falta algo en el aire, falta concientizar el sello porteño, que para este caso es de importancia típica nacional.
El compromiso de la Presidente para que el estado adquiera los ascensores es un paso positivo, pero que pena que teníamos que llegar a este punto. Saludos,
TT
Recibido via correo electrónico:
Estimado Todd Temkin
El rescate de los ascensores (nombre local) que usted intentó llevar adelante en acuerdo con don Fernado Friedmann constituye otro episodio ingrato en las "mil y una noches" del oscurecimiento de Valparaíso. En 1985 me correspondió difundir el aporte de la Universidad Federico Santa Marìa en la reparación tècnica del ascensor Polanco, junto al mejoramiento urbanìstico de su entorno que realizó la municipalidad. Lamentablemente, aquella golondrina no anunció ningún verano para el conjunto de los antiguos funiculares que desde entonces han venido naufragando, al margen del título patrimonial...
Un nuevo intento de salvataje comienza ahora en virtud del anuncio del Intendente y el alcalde de Valparaìso que fijaron un plazo de 40 dìas para establecer el diagnòstico técnico y económico de todos los ascensores sobrevivientes (a mi juicio, "nàufragos"), incluyendo la compra de los artefactos de propiedad privada. Ojalà que el buen espíritu de don Fernando, como Ud. recuerda, supere la reticencia de los yernos... En todo caso, serà difícil ganar credibilidad pùblica en el marco de la incertidumbre que afecta a este sistema rodante que comunica los cerros con el plan de la ciudad. Cordialmente. Eduardo Reyes F, periodista
PS/Adjunto mi comentario de "La Estrella", previo al anuncio del Intendente.
Estimado Eduardo,
Completamente de acuerdo. No sé si alcanzaste a ver la primera columna que dedique a esta tema hace unos 4 meses, "La culpa la tiene Chile". Si no la viste te invito a buscarlo aqui en el blog, en google, o mercuriovalpo.cl. El tésis es que el gobierno no solamente ha faltado visión pero tambien creatividad, esperando durante años que se encuentra una solución entre una empresa quebrada y un municipio quebrado. Lo absurdo es que durante los últimos 10 años Chile ha invertido unos 6 mil millones de dolares en carreteras, tuneles, extensiones del Metro, Transantiago, etc. Para recuperar el sistema funicular de Valparaíso se necesita, probablmente, menos de 20.
Es absurdo.
Sigamos con la lucha.
saludos, Todd
Que buena metáfora con deportes temuco, felicitaciones, muy buen punto de vista. Increible que sea un extranjero el que abra los ojos de gente que tiene frente a sus narices la solución todo el tiempo sin dignarse a mirar más allá. Espero que se estaticen los ascensores y se invierta en ello, el problema creo va a ser poner el precio de compra, es claro q la tasación "MATERIAL" nunca dejará contentos a los actuales dueños, es complicado ponerles un precio justo sin sub o sobre valorarlos, saludos y adelante.
Es claro que la familia propietaria buscará el mejor precio posible. Sin embargo, no hay que perder de vista que se trata de un negocio con pérdidas, así, a fin de cuentas, quitarles la empresa es quitarles un cacho. Estimo que hoy en hoy el precio de venta sería entre US 1 y US 2 millones.
saludos,
TT
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