Hace unos días deambulaba por el Rosedal de Buenos Aires, un delicioso laberinto de lagunas, puentes, senderos, piletas, esculturas y, por supuesto, muchas rosas. Más de mil especies de rosas. Hacia el sur aparece el Zoológico, el Planetario y el Jardín Japonés. Hacia el norte, más parques. Me sentí iluminado. Inspirado. Liberado de mí mismo. Abrí mi cuaderno. Empecé a escribir.
“Hay que convocar a una reunión urgente con el intendente, el alcalde y una docena de personajes clave de Valparaíso. Pero no hay que reunirse en Valparaíso; hay que juntarse en el Rosedal de Buenos Aires”.
Para soñar Valparaíso hay que salir de Valparaíso; hay que quitarse el peso de décadas de frustraciones; hay que borrar de un plumazo las innumerables razones por los cuales “no se puede hacer” a, b y c. Por unos días, hay que olvidar los compromisos políticos.
Me imagino caminando el Rosedal con este distinguido grupo, tomando té verde bajo la sombra de una camelia en el Jardín Japonés; dándoles comida a los pececitos; comiendo “ravioli di zucca” en el “Guidos”; conversando sobre Valparaíso. “Amigos”, partiría, “imaginemos por un minuto que el problema no es de dinero. En Chile hay bastante dinero, tanto en el sector público como el privado. El problema es que no hay un proyecto”.
“Sé lo que están pensando. Que en Valparaíso hay docenas de proyectos. Es cierto. Pero no hay UN proyecto. No hay un proyecto que presente Valparaíso en su conjunto al país. Somos Patrimonio de la Humanidad, Capital Legislativa, Capital Cultural. Hay que mostrar al país un proyecto. Hay que decirle: ‘Aquí estará Valparaíso en 15 años más: un gran regalo desde Chile para toda la humanidad”.
Partamos. La Avenida Argentina hoy está colapsada. Un basural. Un cacho. ¿Por qué no puede transformarse en el gran “Paseo Bicentenario”, un extraordinario complejo de jardines, fuentes y esculturas de un kilómetro y medio de extensión, concebido como un regalo del Congreso Nacional para el resto del país?
Este paseo desembocaría en Puerto Barón. Puede que este último aún no convenza; pero imaginemos que sus espacios públicos (Paseo del Mar, Marina, Plaza Francia, Plaza Barón) se vincularan como un solo circuito que se conecte con el Paseo Bicentenario hacia el sur y una renovada Avenida Brasil hacia el poniente: 5 kms. de parques ininterrumpidos. Imaginemos que la nueva Plaza Francia tuviera una laguna con un jardín botánico. Otra cosa, mariposa.
Donde termina Brasil reinventamos el Barrio Cívico. Desde allí, transformamos la calle Cumming en una rambla que lleva a la ex cárcel, y desde allí impulsamos la transformación completa de la Avenida Alemania. Ahora sí. Ahora está apareciendo un proyecto.
Los gringos dicen: “Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te sirve”. Así, les invito al Rosedal. Les invito a dejar de soñar Valparaíso en pedacitos. Armemos un proyecto de verdad. Un proyecto país. Un Valparaíso para el mundo.